Ya está a la venta en el país la nueva generación del emblemático sedán de la firma checa que llega con mejoras importantes en la habitabilidad, equipamiento y la calidad de construcción. Lo más llamativo es la introducción de un motor gasolinero de 1.6 l con una caja automática de seis marchas, el que se siente flojo para mover el auto.
Cuando hace unas pocas semanas Skoda lanzó en el país la nueva generación del Octavia, sorprendió el hecho que no se incorporara una motorización diésel en la oferta, considerando que en el pasado inmediato, el modelo sólo había sido comercializado y con bastante éxito con este tipo de bloque petrolero.
Sin ir más lejos, quienes habían tenido la oportunidad de manejar un Octavia diésel, conocían el valor de esta excelente motorización, con una gran entrega de torque a bajas revoluciones y con consumos moderados, asociado a un auto amplio, muy bien conceptuado y equipado, y con precios más que razonables.
La explicación de Maco, su importador, fue que con el nuevo motor gasolinero de 1.6 litro y 101 caballos se sumaban al mercado de la gasolina, donde se concentra más del 95% de la venta del segmento. Desde ese punto de vista, el paso dado resulta lógico.
Ahora, también es lógico que este motor se muestre tanto o más competente que la unidad a la que reemplaza, y lamentablemente para la marca, este no es el caso.
Lo puntual es que al motor le falta potencia, y especialmente mucho par en baja, para mover sus 1.300 kilos de peso. Esto obliga a pisar el acelerador de fondo para poder sacarlo desde parado con cierta agilidad, a elevar rápidamente el rango de revoluciones, y a usarlo con la aguja en la parte alta del tacómetro.
Su mejor performance se consigue bastante por encima de las 3.500 rpm, y eso es mucho si lo que se busca es un andar económico. Sumado a una caja automática de seis velocidades que, si bien es exquisitamente suave, está relacionada para conseguir un andar tranquilo (sube y baja demasiadas veces en busca de la marcha perfecta), el Octavia es mucho menos económico de lo que nos gustaría.
En la prueba de ciudad promedió unos siete kilómetros por litro, mientras que en ciclo mixto se empinaba apenas sobre los 10 km/litro.
Dinámicamente es otra cosa, porque cuando el Octavia agarra vuelo, muestra un andar excelente.
Es suave y confortable, pero tiene el típico tacto firme y aplomado del Grupo Volkswagen. La dirección es muy directa, casi deportiva, y la suspensión aguanta bien las cargas de la carrocería, sin sacrificar suavidad. Los frenos, finalmente, son de notable efectividad en todas las instancias.
GRAN INTERIOR
Si realmente no le importa la potencia del motor y valora un andar agradable, hay otras dos buenas razones para comprar un Octavia: el habitáculo y la relación precio/calidad.
Este sedán está construido sobre la misma plataforma en la que se fabrica el Volkswagen Golf y el Audi A3, lo que ya dice mucho. El espacio interior es de lo mejor del segmento, muy bueno en altura para las cabezas y lugar para las piernas, aunque es en el maletero donde demuestra toda su valía: 585 litros, y se siente todavía más grande gracias a que el portalón se abre junto a la luneta, dejando una amplísima boca de carga.
La calidad de los materiales es todavía mejor que antes. Todos los plásticos y polímeros tienen buen tacto, hay cuero en el volante y tela suave en los asientos, las terminaciones son todas excelentes y el diseño general del panel es muy moderno.
La versión "Ambiente" del Octavia incorpora doble airbag, frenos ABS, neblineros, climatizador, sensor de lluvia, radio con CD, lector de MP3 y entrada auxiliar, y control crucero. El techo de vidrio es opcional.
fuente: latercera.com
Nota de SkodaChile.com: Efectivamente a nivel mundial el reclamo de poco motor para el tamaño de auto es evidente. Si bien es económico, si uno quiere un auto con más brios debiera optar por un 1.8 TSI o el TDI 1.9
